Ella corre.
No sabe lo que le espera ni lo que se encontrará en la oscuridad. Pero debe hacerlo.
Casi a ciegas se adentra en la espesura del bosque para huir de alguien… o algo. Aun no tiene claro cual de los dos términos se aplica mejor a su perseguidor, lo que si sabe es que no debe encontrarla, por que en ese caso…
En la lejanía se oyen los pasos rápidos de la muerte que se confunden con los continuos gemidos de cansancio y terror de la asustada joven.
Consigue llegar a un claro. Es una noche despejada, de esas en las que lo único que deseas es tumbarte sobre la hierba y mirar las estrellas. Pero no hay tiempo de admirar el firmamento.
Casi sin aliento encuentra un recodo oscuro tras un gran roble en el que se siente a salvo, lejos del peligro para poder descansar. Sin embargo, pronto comprende su craso error, y cuando se dispone a huir de nuevo... ya es demasiado tarde. El canto de la noche queda eclipsado tras el grito desgarrador de la pobre chica, que indefensa en mitad de aquel bosque sucumbe rápidamente ante dos siniestros ojos rojos que observan la escena con satisfacción.
Las noches de luna llena los bosques se llenan de lobos y locos, todos hambrientos.
ResponderEliminarEn noches mágicas y misteriosas de luna llena todo es posible: los cuerdos se vuelven locos, como invadidos por un extraño y salvaje frenesí; y los lobos se vuelven corderos,suavizados por ese dulce fulgor plateado al que entonan sus más bellos cantos
ResponderEliminar