jueves, 1 de septiembre de 2011

¿ Es el amor... o la vanidad quien susurra a nuestro oido?

Ingenuos y confundidos vemos castillos en el aire donde no los hay.
Nos imaginamos eterna felicidad a raíz de palabras vanas.
Somos víctimas, y culpables, de demagogia hecha al azar convertida en promesas de amor.
Las alabanzas y los cumplidos nos ciegan y, a menudo, nos impiden ver la realidad.
Y la realidad es que... no queremos estar solos, y somos impacientes.
No nos planteamos si:
¿es el amor o la vanidad quien susurra en nuestra oido?
Quiza el problema sea que no siempre conocemos el amor de verdad, aquel que se forma solo y únicamente sobre castillos en tierra firme, aquel del que emergen palabras con todo el sentido del mundo sin tenerlo realmente, aquel que no sabe de promesas, sino de hechos.
Aquel que.. puede prescindir de alabanzas y cumplidos sin que su llama se apague jamás.


La cuestión es...¿nos arriesgamos a esperar?

3 comentarios:

  1. con la edad que tengo ya podría saberlo

    estaría bien intuir la verdad en cada una de las palabras que endulzan de amor los oídos

    pero ni la práctica se arriesga a dar un veredicto a las primeras de cambio

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  2. Supongo que en estos casos, quienes juegan el papel fundamental son la experiencias, al márgen de la edad que tengas..
    Quizá sea verdad que todo sería más fácil con una intuición mucho más desarrollada...sin embargo,¿ habría emoción al no arriesgar nada y dar todo por sentado?

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  3. Solo el tiempo es capaz de interpretar los susurros.
    La vanidad no tiene un oído tan fino.

    El amor a veces nace sin nombre,
    pero sea del aire o de la tierra.
    para ser verdadero,
    tiene que ser amor regalado,
    susurrado en el tiempo.

    Lo demas es ruido, palabras, melodias,
    y no hay que desaprovecharlas,
    hay que tener el oído atento,
    antes de quedarnos sordos.

    Tenemos que ser capaces de oir,
    el tintineo de una campana de plata,
    de de dos...

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